lunes, 27 de julio de 2020

Entrevista N° 52 al poeta Leonardo Vinci

1. ¿Cómo se presentó la poesía en tu vida? 

Ante todo, agradecerte, Andrea Korduner, por esta invitación cálida a tu lugar.
Y atendiendo a un juego de palabras, que de eso se trata, diría que ella no se presentó, no tuve el gusto, como suele decirse. No hubo momento preciso de encuentro o saludo como para citar en el recuerdo. Mentiría si dijera por ejemplo: “aquella tarde la descubrí; ella estaba sentada ahí mirándome, y yo entonces supe…”. Tampoco sé si llamarla poesía, así, creo que no existe como tal; como si fuese un otro que decide llegar un día. Pero sí creo en un pensar poético, que todos llevamos y maduramos; una necesidad que pareciera surgir desde que aprendemos a escribir, y por lo tanto es nuestro. Todos tenemos esa necesidad, la de narrar nuestra propia historia, documental o ficcional, presente o pasada, y por qué no futura dadas las inflexiones y desvíos que nos propone la inaprensible aventura del pensamiento. Es imposible llamarse uno, así mismo, “poeta”, llegado el momento de la honestidad, porque es lo que uno precisamente no es, cuando escribe. Y es un proceso tan caprichoso, para mí, cíclico, golpeador y con tiempo propio; a veces, un albur en las antípodas de un pretendido oficio. Y es como si me preguntara en qué momento llegó Bach a mi vida, fue viniendo; entonces se abre el interrogante; y la respuesta es, no soy poeta.

2. ¿Cuándo decidiste dedicarte a escribir? 
Nunca. Quizás por lo antes dicho. He pasado grandes momentos de nada respecto de la palabra, temporadas inmedibles; y en otros, urgencia de imágenes que podían ser habladas, como esperando un turno de bajada. Imágenes que yo nunca supe de dónde salían (y en las que más tarde uno debe trabajar, siendo esto imprescindible), y que se encadenaban como un juego azaroso; una suerte de sucesos, que supuestamente se producían aislada o arbitrariamente durante los días o a distintas horas, pero que un magma silencioso los unía. Me costó mucho darme cuenta de esto, de que nada es aislado a pesar de su aparente espontaneidad; creo que, ese, es el momento de dedicarse a escribir.

3. ¿Crees que la poesía es sanadora? 
Creo que en principio, es lo que busca, desde el punto de vista de la exoneración. Y bien distinto puede resultar para el que produce un acto poético como escribir, que para quien lo lee o contempla. Pero en definitiva, creo que sana, por el vínculo. Y en este mundo lleno de gente, lo que cura son los lazos, empezando por el que uno tiene consigo mismo. 

4. ¿Con qué propósito escribís? 
No sé si existe un propósito, definido así, con todas las letras. Uno puede inventar teorías al respecto después de haber escrito, pero difícilmente sea consciente de eso al momento de hacerlo. Claro que en ocasiones, hay intensiones o temáticas que uno a decidido abordar, y en ese caso está bien seguro de lo que quiere transmitir, socialmente por ejemplo. Pero en el acto de escribir, vamos a llamarlo “poético”, esa cosa infrenable, ese hilado de imágenes que deciden juntarse como dije antes, aparecen incluso como cosas sin sentido, como algo lateral o paralelo, como “sin propósito”. Y creo que es la mismísima búsqueda; y una intención, que no sabemos que es intención, de decirle a otro que pide auxilio, que uno también lo pide. Y de pronunciarse en una especie de vacío. Dicen que los pájaros, cuando emiten su canto característico desde algún árbol, lo único que hacen es decir, este soy yo, acá estoy. Escribir, ese momento, es ir a otro lugar; imposible describirlo o repetirlo, pero uno sabe que estuvo, no es espacio, ni siquiera tiempo. La repetición, volver a escribir, es la búsqueda de eso que nos pasó la vez anterior; pero nos encontramos con un mundo nuevo, distinto al que antecede. Nunca se puede volver, ni aún leyendo concienzudamente lo que hemos escrito. Lo que sirve, es ese momento, una especie de pasaje; el resto, es tinta. Quizás, el propósito. 

5. ¿Qué deseas comunicar a través de tu escritura? 
En parte, es lo que dije antes. A veces está claro, y depende lo que uno aborde según propia necesidad, otras no. 

6. ¿Qué es la poesía para ti en tu vida y qué es lo más loco que hiciste por ella? 
No sé qué es; tal vez lo paralelo, lo subterráneo. Y no sé, tal vez en mi caso, si la poesía, dicho así; es la escritura con su carga de emociones lo que la vuelve poética, por usar ese nombre; insisto. Lo más loco…, tampoco sé; no se me ocurre; excepto por perder el sentido del tiempo algunas veces (no siempre se logra), y darme cuenta que pasó toda una noche en esa travesía creyendo que eran unas dos horas. 

7.¿Crees que eres un ser elegido por contar con este don o talento?
De ninguna manera; ni elegido ni don. Uno es el que elige.

8. ¿Qué otras áreas artísticas complementan tu poesía y por qué las eliges?
La escultura, lo plástico en general. El volumen tiene que ver con las palabras, la imagen no plana; las palabras y lo que significan juntas, crean un espacio.

9. ¿Eres un instrumento de la poesía y escribes en cualquier momento o cuando tienes tiempo para ella?
No, no soy un instrumento; y si hay alguno, podría ser la voluntad. A veces cuesta romper o vencer una suerte de inercia. A veces hay tiempo y no se escribe; y otras se quiere escribir cuando no se puede, casi se da como una ley. En la calle, suelo escribir mientras camino, escribo en la cabeza; y cuanto más ruido alrededor existe, como un tiempo no propicio, pareciera ser mejor. Disociarse, es como encontrar una veta; igual que tener que encender la radio para poder concentrarse. El gran terreno, es la soledad y los inmensos silencios; porque el problema de estar tan en silencio, es que uno habla demasiado. Entonces, para escribirlo, hay que prender la radio.

10. ¿Cómo definirías a tu poesía?
No la puedo definir. No yo. Pero si hay algo que me sienta muy cómodo, y me expresa hasta ahora, creo, de la mejor manera, es una prosa que nunca se suelte de la mano de, aunque sea, una mínima intención poética. Si no hay acto poético, no podemos decir quiénes somos.
Para cerrar, quisiera aclarar, que todo lo dicho aquí, desde la palabra cero, son mis propias impresiones, las observaciones sobre mí mismo.

Biografía: Arturo Javier Rodríguez. Uso el pseudónimo de Leonardo Vinci. No tengo libros publicados. Amante de la música, también soy escultor.