domingo, 6 de octubre de 2024

Entrevista al poeta Winston Morales Chavarro

1. ¿Cómo se presentó la poesía en tu vida?
La respuesta está en admitir o en tomar conciencia de cómo la vida se presentó en la poesía, en mi poesía. Sí, porque era la vida, es la vida, la que emerge, brota, ebulle de la fuente que es ella y se manifiesta ante los ojos del creador. Es la vida la que nos maravilla, la mirada inocente del niño que comienza a interpretar ese cúmulo de información, de luz, de colores, de sonidos, de perfumes, de preguntas sin respuestas que es la vida. Un destello de información y códigos sin descifrar que el niño o joven poeta empieza a absorber con los ojos, los oídos, el olfato. Un sentido total y único de la belleza, del milagro de eso que transcurre en el tiempo y que es la vida. La poesía es la categoría, el concepto que denomina de manera estética la vida. El poema es la representación misteriosa de la vida, de eso que hace ebullición en la cara del hombre (yo o mi otro) sensible. Es decir que la pregunta correcta sería: ¿Cómo se presentó la vida en mi poesía? ¿De qué manera la vida hizo su canto, alzó su voz, se desnudó ante mis ojos? Y la vida lo hace con todos, es su modo natural, su lenguaje, lo que pasa es que no todos los seres humanos toman conciencia de ese milagro, de ese regalo. Al margen de si es buena o mala con nosotros, la vida brota, explota y comunica. Es nuestro deber escribir y recoger eso que la vida nos dicta con su ministerio y su luz.

2. ¿Cuándo decidiste dedicarte a escribir?
No tomé ninguna decisión consciente; fue la vida, lo que ahora llamo poesía, la que comenzó a manifestarse a través de este conducto. Yo sólo he sido un canal, un medio. Es el lenguaje el que se escribe a través de mí, de un hombre que aprendió a leer y a escribir en su lengua madre.

Podemos imaginar que soy como una IA, y que existe una fuente inagotable de recursos, un acervo de imágenes y palabras que gravitan en la nube de la memoria colectiva. Este sujeto, o canal, extrae lo que necesita de ese repositorio universal e ilimitado: la preexistencia, la existencia y la historia. Afortunadamente, tuve la autonomía y la libertad de desarrollar una voz propia, un estilo, una impronta. Se me permitió decirlo a mi manera, no como un poeta del siglo XVI o del siglo XIX.

La manifestación existe en todas las artes y ciencias. Esa manifestación se materializó en mí y se expresó desde que era muy joven. Si muero, desaparece el cuerpo que me identifica, ese constructo temporal en un espacio específico, pero la manifestación sigue, prevalece.

3. ¿Crees que la poesía es sanadora?
No sé si la poesía es sanadora; no puedo emitir juicios de valor sobre algo que no conozco plenamente. Sin embargo, puedo decir que la poesía, esa manifestación que es la vida, me ha servido y, en ocasiones me ha sanado. Pero también me ha privado de la sanación. Porque la manifestación abarca tanto la escritura como el silencio, la salud y la ausencia de esta. En ella, todo está comprendido.

El no estar sano me ha permitido ser consciente del valor de la salud. Es decir, soy consciente de mi salud y de la relevancia de ella, sólo cuando fui consciente de la enfermedad. Cuando hay dificultades económicas, tomas conciencia de lo que son las libertades económicas. Cuando hay un estado autoritario y represivo, valoras a raudales lo que es una democracia, así sea imperfecta.

La vida, al igual que la poesía, no conoce de contradicciones, porque para la vida, que es la poesía, hay interacciones, interconexiones. La vida sana, pero también nos puede llevar a su opuesto, así como el movimiento de un péndulo.

4. ¿Con qué propósito escribís?
Yo no escribo, la escritura se escribe a través mío. No tengo el rigor ni el oficio de algunos escritores, y quizás eso sea una falta mía. No poseo la disciplina de millones de creadores que se sientan durante horas interminables a elucubrar un poema o a construir una pieza musical. Cuando escribo periodismo o ensayo, quizás sí. Pero la poesía, por lo menos a mí, me viene como un estrepito, como un relámpago en mitad de la noche.

Cuando he escrito novela es un ejercicio similar. Pero la poesía requiere de más silencios que de voces. Para escribir poesía -o para que se escriba a través de mí-, tengo que meter la cabeza en el viento, en el agua, y escuchar las voces del camino. Trato de traducir ese lenguaje casi inaudible del poema. Ese eco callado, ese rayo de luz silenciosa, es el poema.

Podría decir que el propósito de escribir es una necesidad de expresar, de comunicar, o, como diría Gabo, para que mis amigos me quieran más. También podría hacerlo para alcanzar la esquiva fama o para ser recordado por los nietos de mis nietos. Todas estas respuestas son válidas. Pero también escribo -o me escriben - porque es lo único que medianamente sé hacer. Todo lo que he logrado ha sido gracias a la literatura, porque me gano la vida en ello y porque mi trabajo como docente se sustenta en lo que leo y en lo que escribo.

Sin embargo, el propósito fundamental es que esta puede ser mi misión, como lo es asar el pan, cortar la leña, prender el fuego, mantener encendida la hoguera. O quizás, simplemente, porque a La Dulce Aniquirona se le antoja que la escriba, o que me escriba a partir de sus dictados, porque soy una invención suya.

5. ¿Qué deseas comunicar a través de tu escritura?

Nunca he pensado en lo que deseo comunicar ni he imaginado un lector hipotético, si acaso existe.

Toda mi poesía, y casi toda mi literatura, proviene de las cuerdas y supercuerdas de un universo en apariencia mío, del reino de Schuaima, el Gran más allá, donde residen Aniquirona, Oáma y Yhoma.

La poesía llega a mí como el agua que se filtra por una pared: contenida al otro lado del muro, pero con tanta fuerza que termina escapando por las grietas. Esas grietas las crea el mismo estro poético, esa "ardiente paciencia", como diría Rimbaud, de la búsqueda atávica del yo creativo.

Soy, entonces, un puente entre el agua contenida y la fuerza que mueve el molino.

Mi único deseo es cumplir con el llamado de la vida, ese eco audible que es el poema.

6. ¿Qué es la poesía para ti en tu vida y qué es lo más loco que hiciste por ella?
La poesía es una dulce sentencia que elegimos cargar antes de llegar a este plano de lo terrestre. Puede sonar esotérico o metafísico, porque la poesía lo es, pero estoy convencido de que en ese comité espiritual al que asistimos antes de nacer (por segunda o enésima vez) escogemos, que nada es impuesto, la misión y las rutas que debemos transitar. El camino es la vida y nosotros decidimos cuáles son los recovecos, los atajos, los tránsitos, las pendientes, los desiertos, los tiempos que decidimos recorrer. Y en el equipaje que cargamos con nosotros viene la poesía, el poema, las lecciones, las derrotas y la muerte.

La poesía, insisto, es una dulce agonía, la carga leve o pesada con la que emprendemos el vieje.

Lo más loco que he hecho por ella es, en realidad, lo más sabio.

7. ¿Crees que eres un ser elegido por contar con este don o talento?
Si no hubiera soñado con Aniquirona en 1990, si no hubiera estado en Schuaima ni probado los Ovellones (los frutos de Schuaima), y si no hubiera conocido a Oáma y Yhoma, si no hubiera entrado en contacto con su filosofía, quizás sólo me consideraría un hombre que escribe poesía. Pero al haber vivido y experimentado todo esto, tengo la certeza de que soy el príncipe de Schuaima. Es un título que me dieron mis amigos, quienes me llamaban Schuaimita, Mr. Schuaima, y, con reverencia, el príncipe de Schuaima.

Fui escogido por La Dulce Aniquirona y creo que nací en Schuaima. En ese sentido, me siento privilegiado, porque toda esta información llegó a mí y no a otro. Quizás todo esto forme parte de la memoria milenaria de un recuerdo atávico, y yo sólo sea una pequeña fracción de esa estela de memoria que se resiste a desaparecer.

8. ¿Qué otras áreas artísticas complementan tu poesía y por qué las eliges?
La música y la poesía, para mí, son una sola. La poesía tiene su propia música, y la música posee poesía. El ritmo y el tono que me concede la música están siempre presentes en mi escritura. Aunque soy un músico frustrado -tuve una banda de rock, estudié solfeo, batería y guitarra - al final fue la literatura la que ganó, pero la música sigue impregnando mi obra. Hay un ritmo, un tono, una forma y hay un fondo. La gente percibe eso, baila mientras lee.

El poeta no puede, ni debe, prescindir de la música. Si quieres escribir poesía, es necesario trabajar en tu oído, desarrollar una sensibilidad musical. Eso sólo se logra viviendo en armonía con los sonidos de los instrumentos, pero también con los sonidos de la naturaleza y del mundo cotidiano, tanto interior como exterior.

9. ¿Eres un instrumento de la poesía y escribes en cualquier momento o cuando
 tienes tiempo para ella?
Nunca he escrito por ocio ni para llenar un vacío existencial. La poesía no se crea mientras juegas cartas o disfrutas de una tarde con tus seres queridos. Este es un oficio solitario que requiere dedicación, disciplina, fe, y una obsesión particular con lo estético, pero también obstinación y perversión (hay algo de pervertido en la escritura).

Tengo un cachorro Border Collie y es un animal excepcional. No obstante, el Border Collie tiene un temperamento fuera de lo común: es obsesivo con todo lo que se mueve y cree que todo ser vivo es un cordero. El poeta se parece un poco al Border Collie, uno tiene una rara obsesión con la belleza, con lo estético, y por eso buscamos belleza donde otros han dejado de buscarla. Hay quienes ven belleza en la superficie, en la obviedad, en lo fácil. El poeta tiene una mirada distinta-teniendo los mismos ojos-. Esa mirada determina la particularidad con la que interpreta el mundo. Pero para obtener esa mirada, se requiere sensibilidad, testarudez y perversión, y eso no se logra en tiempos libres ni en días de descanso. Este oficio es mucho más exigente que el de un ciclista, lo que sucede es que el entrenamiento nunca se desarrolla en público.

10. ¿Cómo definirías a tu poesía?
Mística y cosmogónica, de un diálogo permanente con la naturaleza interior (el poeta), la naturaleza exterior (el paisaje), y el conocimiento trascendental (lo esotérico).

Biografía:

Winston Morales Chavarro es un poeta, novelista y periodista colombiano nacido en Neiva, en 1969. Magíster en Literatura hispanoamericana de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito.
Profesor de tiempo completo en la Universidad de Cartagena.


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